domingo, 10 de junio de 2012

Adriana Gil unió su vida al argentino Gabriel Díaz

Emotivo. Aunque el padre Chupinagua no les dijo que se besen, sus invitados
sí lo hicieron. Y ellos no se hicieron esperar.

Yel beso? Le preguntó la gente al padre Marcial Chupinagua cuando este despidió a los novios sin repetir la tradicional frase: “Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia”. ¿Lo olvidó? No lo sabemos. Y ante la mirada estupefacta de todos, los recién casados no tuvieron otra opción que dar lo que les pedían a gritos.

A partir de ese momento la diputada por Convergencia Nacional (CN) Adriana Gil y el argentino Gabriel Díaz quedaron unidos ante Dios, después de un corto noviazgo que mantuvo en vilo a la prensa porque el extranjero no se dio a conocer. Y anoche se mantuvo cauto ante las cámaras.

En 2011 se conocieron en el aeropuerto de Viru Viru y, según Gabriel, quedó ‘embrujado’ con la sonrisa de su ahora esposa y fue amor a primera vista. Después le pidió la mano para el cumpleaños de Adriana (22 de mayo) y anoche intercambiaron anillos en la iglesia La Macarena del barrio Urbarí.

Así como lo adelantó la novia, fue una boda sencilla y no hubo celebración. Eso sí, ella transmitió mucho carisma y dejó bien en claro que la cita estuvo “alimentada con amor”.

Aún no han decidido dónde será la luna de miel, pero bromearon con que podrían ir a Hong Kong (donde vive el hermano de Gabriel), la Patagonia o el salar de Uyuni, mientras tanto prefieren darle rienda suelta a la felicidad.

Para saber

- Confusión. Algunos invitados y periodistas llegaron a la iglesia a las 17:00 porque les informaron de que a esa hora comenzaría el matrimonio. Sin embargo, se inició a las 18:00.

- Autoridad. El exalcalde de La Paz Juan del Granado llegó con su esposa, Marcela Revollo. Fueron testigos de la boda civil.

- Distinto. La novia optó por un vestido sencillo de la boutique Rosa & Gris, no llevó la cola grande. Su arreglo personal estuvo a cargo de Giovanna Spa.

- ¡Silencio! Durante la ceremonia el sacerdote pidió más atención y menos charla a los niños de la corte de honor.

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